lunes, 28 de mayo de 2012

NICOLÁS PRIVIDERA: Restos de restos




POSFACIO

La memoria excesiva nos agobia (como nos enseñaron Nietszche y Borges) tanto como su pérdida. Porque la memoria no es más que impuro movimiento, el perpetuo balanceo entre los abismos simétricos del memorialismo y la página en blanco. Por eso este libro se compone literalmente de restos: restos de un texto inconcluso (un diario que no quiso ser), restos de una novela de formación (o la deformación de una novela), restos de una vocación imposible (todo escribidor quiere ser poeta). Para ellos sólo cabía el desmembramiento, y acaso la transmutación, que cifrara un retorno o un nuevo comienzo: de ellos salieron –entre otras cosas– un capítulo publicado en la revista El ojo mocho (2006), el borrador del guión de mi película M (2007), una intervención para el ciclo “Manifiesto”, un poema reescrito para la antología Si Hamlet duda le daremos muerte (2010), un artículo para la revista En ciernes (2011), y ahora –tardíamente– estos literales restos de restos, que sólo aspiran a darle un cierre a esas viejas escrituras, y a la vez dejar la puerta abierta a lo que vendrá. Por eso los primeros versos de mi vida (¿hace falta decir cuales?) se reúnen aquí con los últimos (no hace falta decir cuales), sin que eso signifique salvarlos a todos u obviar a los malos (ni obra incompleta ni antología). Lo que queda es una selección (más que una decantación) de todas esas escrituras heterogéneas que los preceden y –acaso– los seguirán. Me gusta pensar que, como fragmentos de un tiempo perdido en la búsqueda, quizá dicen más que esa improbable obra mayor, irremediablemente dispersa y generosamente secreta.

Nicolás Prividera / Octubre de 2011